jueves, 16 de mayo de 2013


Mi juventud no fue un gran temporal sino
atravesado a rachas, tristezas y dolores sin razones
hicieron tal destrozo los vientos, aguaceros y el huracán de penurias
que apenas en mi huerto, queda un fruto en sazón.

He alcanzado el otoño total del pensamiento,
y es necesario ahora usar pala y rastrillo
para poner a flote las inundadas tierras de llantos
donde se abrieron huecos, inmensos como tumbas.
A mi lado sin tregua el Demonio se agita;
En torno de mi flota como un aire impalpable;
Lo trago y noto cómo abrasa mis pulmones
De un deseo llenándolos culpable e infinito.

Toma, a veces, pues sabe de mi amor por el Arte,
De la más seductora mujer las apariencias,
y acudiendo a especiosos pretextos de adulón
Mis labios acostumbran a filtros depravados.

Lejos de la mirada de Dios así me lleva,
Jadeante y deshecho por la fatiga, al centro
De las hondas y solas planicies del Hastío,

Y arroja ante mis ojos, de confusión repletos,
Vestiduras manchadas y entreabiertas heridas,
¡Y el sangriento aparato que en la Destrucción viví.

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